Escribiendo
Somos orillas, sabemos que un problema viene y no nos movemos. A veces intentamos huir en busca de sobrevivir, pero cuesta moverse por tierra mojada. Este proceso se repite infinitas veces durante toda la vida, porque esto es la vida. Unas olas más altas y fuertes, otras más bajas y menos contundentes, pero la orilla sabe vivir con ellas. Al final, los golpes son rutina, la clave está en cómo hay que afrontarlos, si con miedo, o con ganas de reírte de ellos, tú decides si ser la tierra hundida o la que pese a todo, siempre está presente. La luz al final del túnel quiero creer que existe, y no hablo de la muerte, hablo de que la vida recompense todo lo que luchaste, aunque esa luz no brilla en muchas vidas.